No quiero que cuando me hunda te hundas conmigo |
Llevábamos unos meses de tour, y
sin duda los últimos conciertos habían sido los más difíciles de toda la gira.
Nos encontrábamos en Europa, concretamente en Londres. Siempre había querido ir
a Londres, me gustaba el ambiente londinense, la gente es muy amable, las
calles siempre están limpias, hay un montón de sitios turísticos por visitar,
eso sí, en mi corta estancia encontré un punto en contra, no sé si era el mes,
la llegada de la primavera o la gente que hubo en el concierto, pero los fans
no fueron del todo agradables.
En las últimas semanas Justin
había bajado bastante de peso, sufría mareos y a menudo se encontraba mal. Pero
él insistía en seguir, no se podía cancelar ningún concierto, ni uno. Eso para
él era impensable, sólo quería hacer felices a sus fans, que disfrutasen con su
música y él deseaba encontrarse mejor encima del escenario. Dónde allí sólo
había sitio para él y sus beliebers, nada de críticas, ni de malos rollos, ni
de molestos paparazzi, en estos meses el escenario se había convertido en el
refugio de Justin.
A veces tenía le sensación que ni
siquiera yo podía consolarlo, el odio había crecido tantísimo, su fama también,
al igual que los rumores, los altercados en los países, en las calles e incluso
en los conciertos.
—
Llegamos muy tarde. –repitió Justin.
—
Lo sé Justin, te hemos escuchado la primera vez, pero no
podemos hacer nada. –Scooter estaba estresado.
—
Estarán decepcionadas. –me miró preocupado buscando
consuelo.
—
Cielo, llegaremos, te cambiarás y lo primero que harás es
explicarles lo que ha pasado, ¿sí? –le acaricié dulcemente- son tus fans, te
entenderán.
—
_____ tiene razón, no llegas tarde por gusto. –Ryan le
dio unas palmadas en el hombro.
—
¿Qué más da? Hay beliebers que llevan haciendo cola
semanas. –era imposible hacerle entrar en razón.
—
Justin Drew Bieber Mallette. –le señalé con el dedo
índice- jamás en la vida te dejaría dar un concierto en las condiciones que
estabas hace una hora, ¿me oyes? La salud es lo primero. –le regañé- por mí
como si está el Papa de Roma esperando.
—
¡Amén! –sentenció Ryan.
Llegamos al estadio Arena en unos
veinte minutos. Todas las fans habían entrado. Sólo faltaba su ídolo por
llegar, con dos horas de retraso. Justin tenía fiebre, había tenido
dificultades para levantarse de la cama pero unos antibióticos le habían
ayudado. Era tan terco. Ni así quería suspender el concierto. “Para muchas de ellas debe de ser el mejor
día del año, llevan muchísimos meses esperando” trataba de convencerme. No
quiso dar su brazo a torcer y ahí estaba con fiebre, enfermo y a punto de salir
al escenario.
No hubo demasiados gritos, ni
tampoco demasiados llantos, en el estadio se podían oír los abucheos de algunas
de sus fans, ¿fans? ¿Qué digo? A eso no se le puede llamar ni fans. Justin
consiguió explicar su situación pero muchos o no le creyeron o no supieron
entenderle.
—
Juro que como salga ahí, a las que están abucheando les
escupo en la cara. –miré enfurecida a Scooter.
—
_____... –me regañó el mánager de mi novio.
—
Ni _____ ni hostias. –caminé nerviosa- Justin está mal y
esto le hará ponerse peor.
—
_____ tiene razón donde mejor está es encima de un
escenario, si ahora no se puede sentir cómodo ni ahí. –comentó la coreógrafa de
Jus, que se presentaba en algunos conciertos.
—
Enserio, quiero salir ahí. –miré a Scoot- debo salir ahí.
–me dirigí hacia la puerta dispuesta a hacer alguna cosa.
—
Eh, eh, eh, quieta parada ahí. –me paró los pies- Justin
es mayorcito. –me miró buscando mi aprobación- saldrás ahí sólo para cantar
jovencita, no quiero líos.
Me senté en el sofá que había en
el camerino. ¡Todo esto era tan injusto! Sé lo que es querer ir ver a tu ídolo
esperar meses y meses para verlo, pero enserio, dos horas de retraso por encontrarse
mal no son motivo para abuchear a la persona que tienes como modelo a seguir.
Justin no se merecía eso ni por asomo. Sé que mi punto de vista no es muy
objetivo porque Justin para mí es lo mejor que me ha pasado en la vida pero
creo que hasta una verdadera belieber lo vería mal.
—
Alegra esa cara mujer. –Ryan se sentó a mi lado- hace
días que pareces triste.
—
Sólo estoy cansada. –sonreí a medias.
—
A mí no me puedes vender ese cuento, lo he escuchado
cientos de veces. –alzó una ceja- cuenta.
—
Ryan… -me quejé, no tenía ganas de hablar.
—
_____ no vas a tener a un amigo más cerca de lo que estoy
yo. –tenía razón- Caitlin y Christian están liados con sus asuntos, tienen muchos
planes y no creo que vengan, tu familia está en Atlanta también tienen muchas
cosas que hacer y Justin está mal.
—
Está ausente. –le miré entristecida- odio verle así,
jamás antes lo había visto tan mal y sinceramente me da igual como esté yo, yo
quiero que él esté bien y no lo está. Las cosas parecen ir de mal en peor,
nuestra relación es… es inexistente. ¿Sabes cuánto tiempo hace que no pasamos
tiempo a solas o cuánto hace que no nos damos un beso en condiciones?
—
Es complicado, lo superaréis.
—
Lo sé, y sé que no es su culpa, sé que él no tiene la
culpa. –me sequé una lágrima- no me preocupa nuestra relación, me preocupa él.
–hacía semanas que Justin estaba como deprimido- no sé qué hacer.
—
Nadie sabe qué hacer. –se encogió de hombros- yo también
intento animarlo pero son pocos los ratos que está contento. _____ a veces son
sólo rachas, esto es una mala racha que superaremos todos juntos.
—
Eso espero. –suspiré algo aliviada- toda esta fama es…
—
¿Frustrante?
—
Sí.
—
Pero es…
—
Es lo que hemos elegido, lo sé. –me encogí de hombros-
pero hay personas que no entienden que somos humanos, nosotros también nos
equivocamos, nos ponemos enfermos, nos enfadamos, la gente espera que todo lo
que hagamos sea perfecto y eso es completamente imposible.
—
Esperan eso porque sois iconos mundiales. – ¿estaba
intentando consolarme?
—
Oye, ¿tú de qué lado estás? –golpeé su brazo.
—
Es obvio que del vuestro. –rio Ryan.
—
Pues no lo parece. –acabé riendo yo.
Hablar con Ryan me tranquilizó y
me animó a seguir adelante. Hacía tiempo que no me desahogaba con nadie, no
había recibido llamadas de Caitlin ni de Christian en semanas, no quería hablar
del tema con Justin, él ya estaba demasiado hundido, tampoco quería hablarlo
con mi padre, eso sería alentarlo a viajar medio mundo sólo para decirme lo que
fácilmente me podía decir por teléfono. Así que Ryan tenía razón, prácticamente
el único amigo que tenía cerca era él.
Al finalizar el concierto Justin
se despidió de sus fans, les dio las gracias decenas de veces y volvió para el
backstage. Ni un abrazo, ni un saludo, ni una mirada para nadie. Entró al baño
y se encerró para cambiarse.
—
Genial. –estaba a punto de derrumbarme- mirad yo me voy.
—
Déjala. –Alice, mi manager, paró a Scooter- todos
necesitamos un respiro, ha sido un día duro.
—
Nos vemos en el hotel. –me dirigí hacia la puerta.
—
Ten mucho cuidado, jovencita. –Alice me miró con pena.
—
Sí, sí. –me fui.
Necesitaba estar sola, esa
situación me frustraba, me moría de ganas por abrazar a Justin y consolarlo
pero sentía que nada de lo que hiciese ayudaba. Lo había intentado todo y no
había funcionado nada. Me dolía estar así, me quemaba por dentro. Y hoy me
había cansado. Había tirado la toalla. Y después de meses, mi orgullo había
aparecía de nuevo.
Había pasado unas horas
caminando, buscando un lugar tranquilo en el cual poder relajarme, irónicamente
acabé en un Starbucks. No había demasiada gente, así que me quedé. Me pedí un
chocolate caliente y me senté al lado de la ventana. Allí perdí la noción del
tiempo. Mi cuerpo no respondía, no quería moverse de ahí. Tal vez porque sabía
que al llegar al hotel encontraría la amarga cara de Justin y probablemente una
pelea, una Alice enfadada por haber ignorado el móvil durante toda la tarde y
personas preocupadas por desconocer mi paradero. Necesitaba alejarme del caos
que se había vuelto mi vida. Y lo más fácil era huir. ¿Huir? ¿Desde cuándo me
había vuelto tan cobarde? ¿Ya no tenía agallas para enfrentar a un problema de
frente? Tienes agallas, pero no fuerzas.
Pasé horas mirando por esa
ventana, mirando a la gente pasar, a un paisaje que no iba a cambiar, observaba
detenidamente las nubes y su curso. No era un planazo, pero era mejor que estar
encerrada y amargada en una habitación.
—
Aleluya, estás aquí. –escuché detrás de mí.
—
¿Qué? –dije para mí.
—
Debo reconocer que me lo has puesto algo fácil.
—
¡Harry! –quedé muda- dios, no, pero, enserio, qué, cómo,
¿aquí? –le abracé fuertemente.
—
Vaya, creía que seguirías enfadada. –acogió mi abrazo.
—
¿Qué haces aquí? ¿Me buscabas? ¿Cómo me has encontrado?
¿Por qué? –le pregunté asombrada.
—
Estás más delgada. –frunció el ceño.
—
Y tú tienes más pelo. –imité su gesto.
—
Que ataque más gratuito. –reímos.
—
E-espera, casi me lías. –inspiré- ¿qué haces aquí?
—
Cierto, se me olvidaba que eras tan impaciente. –sonrió-
no es muy complicado.
—
Que estés en el mismo lugar que yo, que me hayas estado
buscando y que me hayas encontrado en una ciudad tan grande como es Londres es
complicado y no es normal. Te escucho.
—
Bueno, me enteré de que venías aquí por la gira de
Believe Tour, hoy era el primer concierto, así que te llamé después de que
acabase, como era de esperar no me lo cogiste, entonces tuve que llamar a
Alice…
—
¿Cómo tienes su número?
—
Mi mánager. –alzó una ceja.
—
Vale, vale. –lo pillé al vuelo- las preguntas al final.
—
Buena chica. –sonrió satisfecho- como iba diciendo, ella
es la que me ha dicho que te habías ido, pero no tenía idea donde, así que
pensé. Es la primera vez que vienes a Londres, buscarías un sitio tranquilo ya
que si sales sin Justin es que algo va mal, seguirías las indicaciones de las
calles y eso sólo te llevaría a sitios conocidos, desesperada entrarías a un
Starbucks y este es el más grande y el que menos lleno suele estar. –respiró.
—
Guau, o eres un genio o soy muy predecible o has
contratado a un detective privado para espiarme y saber todo eso de mí.
—
O te conozco. –puso su mano encima de la mía- ¿qué va
mal?
—
¿Por qué has venido? –no lo entendía- siempre que hemos
coincidido he estado pasando una mala racha y solía sacar lo peor de mí,
siempre te has tenido que preocupar tú. –suspiré- y lo siento. No suelo ser
así, siempre acostumbro a reírme por todo, a estar feliz y a ser yo la que se
preocupa y la que protege a los demás pero…
—
Estoy aquí porque te comprendo. ¿Crees que no he pasado
cosas así? Lo tuyo es más difícil, tener que ir con tu novio de gira con toda
la presión os des…
—
Dilo. –sonreí entristecida.
—
No me malinterpretes. –se arrepintió.
—
Nos destruye, lo sé. –volví a mirar por la ventana.
—
¿Quieres hablar de ello? –puso su otra mano debajo de la
mía.
—
No. –seguía en la fase de huida- ¿me enseñas la ciudad?
—
Por supuesto. –asintió sonriente.
—
Y de paso vamos a una peluquería.
—
Oye, ¿pero qué tienes en contra de mi pelo? –reímos.
—
Tiene más volumen que el mío. –le saqué la lengua y
rompimos a reír de nuevo.
Paseamos durante horas y, en vez
de conocer la ciudad nos conocimos entre nosotros. Harry es un buen chico,
tiene algo que me hace confiar en él, será por qué desde el principio él ha
apostado por mí, no sé la razón, tampoco me interesa, sólo sé que ahora tengo
un apoyo más allá donde vaya y es de
agradecer. Al fin, durante esa larga tarde, pude desconectar de todo.
—
¡Oh dios mío, es tardísimo! –me asusté al ver el reloj de
Harry- dime que va adelantado.
—
Va atrasado. –se le escapaba la risa.
—
Menos mal… -le miré- ¿Cómo? Madre mía, ya deben haber
llamado a la policía.
—
_____, tranquilízate. –me cogió por los hombros- Alice
debe suponerse que estás conmigo.
—
Me mata igual. –eran las diez de la noche- y tengo
hambre. –Harry rompió a reír- ¿Qué? ¡No he cenado!
—
Te invito a cenar. –dijo entre risas.
—
Si quieres ver una patrulla de coches, un par de aviones
y un tanque buscándome por la ciudad, por mi bien. –acabé riendo también- oye,
no tiene gracia, debo marcharme.
—
¿Te llevo? –se levantó del puente del que estábamos
sentados.
—
Cogeré un taxi, gracias. –le revolví el pelo.
—
Te veo mañana entonces. –me devolvió el gesto.
—
¡Hecho! –nos abrazamos- y gracias. –él negó con la cabeza
sonriendo.
Había conseguido animarme, pero
ya era hora de volver a la realidad.
Fue en el camino hacia casa donde después
de horas sin atender al móvil lo miré. Lo que había ahí era pero que cincuenta
llamadas perdidas de mi padre y eso ya es decir MUCHO, pero que MUCHO. Tenía
tres de Alice, una de Scooter, una de mi padre y treinta, sí, sí, TREINTA de
Justin. Me pasé el móvil de una mano a la otra indecisa, ¿los llamaba ahora o
me esperaba a estar en el hotel? Debía hacer algo si no quería que estallase
una tercera guerra mundial, así que envié un mensaje a Alice explicándole lo
ocurrido y, que iba camino del hotel. Su respuesta fue un simple: Genial, nos vemos x.
¿Tantas llamadas para nada?
¿Enserio? Llegué al Hotel en menos de diez minutos ya que había poco tráfico.
Algunos fans seguían esperando en la entrada, pero no tuve la ocasión de
saludarlos debido a que entramos por el aparcamiento subterráneo. Pagué al taxi
y subí con el ascensor hasta nuestra planta. No fue una casualidad que me
topase con Alice.
—
¿Qué tal ha ido? –me sonrió tiernamente.
—
Bien, Londres es maravilloso.
—
Y los londinenses también. –alzó sus cejas.
—
Ah… ¿Va a segundas?
—
Harry es genial.
—
Eh, eh, eh. –posé mis manos en sus hombros- aunque tenga
ganas de estrangular a mi novio, que es Justin. –le recordé- Lo amo y no puedo
ni podré pensar en nadie más que no sea él.
—
Lo sé, pero puedes mirar a otros chicos. –rio.
—
Alice… -acabé riendo- Ah, por cierto, ¿por qué me has
llamado?
—
Justin me lo pidió. –se encogió de hombros- deberías
hablar con él. –alcé una ceja- Oye, conozco esa cara y entiendo que estés
enfadada pero, es Justin.
—
Ya, él se equivoca y luego me dice lo mucho que se ha
equivocado y lo mucho que soy para él y todo vuelve a estar bien.
—
¿Prefieres que haga como si nada?
—
Preferiría que pensase antes de equivocarse así conmigo.
–me crucé de brazos.
—
Tú también te equivocas y haces lo mismo. –alzó las
manos- soy objetiva cielo.
—
Bueno, me voy. –dije señalando el pasillo.
—
Te has quedado sin argumentos. –rio.
—
Adiós. –la fulminé con la mirada.
Debo reconocer que vacilé varias
veces antes de entrar a la habitación. Estaba confusa, no sabía si estaba
enfadada, molesta o decepcionada o si realmente me encontraba en algún estado
de ánimo en concreto. Raro, ¿verdad? Así que me senté contra la pared y me puse
a reflexionar sobre lo que quería decirle a Justin y llegué a la conclusión que
no tenía que decirle nada que no le hubiese dicho ya. No tenía ni ganas ni
fuerzas.
Se abrió la puerta.
Miré hacia arriba e instantáneamente me encontré
con los ojos miel de Justin. Estaban vidriosos. Mi corazón se partió en miles
de pedazos. Se creó un silencio mortal y apareció un nuevo dilema, ¿quién iba a
ganar este pulso? ¿El orgullo o el corazón?
—
Te he estado llamando. –un suspiro de alivio se escapó de
su boca.
—
Lo sé. –conseguí articular después de un rato. Y nos
quedamos en silencio, mirándonos el uno al otro. No pude aguantar ese silencio
por mucho tiempo, iba a romper a llorar, así que entré hacia la habitación.
—
¿Dónde estabas? –la puerta se cerró detrás de mí.
—
Por ahí. –contesté sin darle importancia.
—
Estaba muy preocupado. –tiró su pelo hacia atrás
frustrado.
—
Un poco tarde para preocuparte, ¿no? –le reproché dolida-
Justin, ¿puedes imaginarte lo mal que lo estoy pasando?
—
¿Y crees que yo lo estoy pasando bien? –miré hacia otro
lado- mi vida es un caos y se desmorona por momentos, lo que menos necesito es
perderte ahora.
—
¿Y te has parado a pensar en lo que necesito yo? –seguían
los reproches.
—
¿Por qué crees que te he buscado? –subió el tono de voz-
porque me he dado cuenta de que soy un completo imbécil que…
—
Justin no sigas. –le miré- ahora me pedirás disculpas,
estarás muy arrepentido, de aquí a una semana pasará lo mismo, temerás perderme
y volverás a darme el mismo discurso. –mis ojos se llenaron de lágrimas- ya
vale de jugar así conmigo, ¿no?
—
¿De veras crees eso? –su cara se había descompuesto-
jamás jugaría contigo, sabes lo mucho que te quiero.
—
Justin, a la persona que quieres no la alejas, la
acercas.
—
Te alejo porque no quiero que en el momento que me hunda
te hundas conmigo. –echó su cabeza hacia atrás intentando reprimir sus
lágrimas.
—
Y, entonces, ¿por qué me has buscado? ¿por qué estás
aquí, si tanto miedo tienes de que me caiga contigo? –me acerqué a él.
—
Estoy aquí porque nunca acierto en nada. –se acercó ahora
él- sé que no te merezco pero estoy malditamente enamorado de ti.
Le miré fijamente a los ojos, era
difícil expresarme en ese momento, así que dejé que mis ojos hablaran por mí. Y
fueron pocos los segundos que pasaron cuando rompimos a llorar. Justin me
atrajo hacia él, colocando mi cabeza en su pecho. Quedamos fundidos en un
abrazo, sus brazos rodearon mí cuello y los míos su cintura. Se sentía tan bien
tenerlo cerca.
***
Me di cuenta que a Justin le
había subido la fiebre y acabé desesperándome. Dejé a un lado toda esta pelea y
me preocupé por su salud. Totalmente en contra de su voluntad y con alguna
pelea por en medio, le preparé un baño, le hice la cena, fui a buscar y le
preparé la cama.
Debéis estar pensando que soy una completa estúpida, que
después de todo lo que ha pasado he vuelto a preocuparme más por él que por mí.
Y si, tenéis algo de razón, pero Justin es mi debilidad y verlo así es duro,
muy duro. Pongo las manos, las piernas y todo lo que tengo en el fuego que si
fuese al revés él lucharía por esto hasta el final. A pesar de mis pocas
fuerzas por ello, verlo enfermo, tan decaído y roto me partió el corazón y
volví a caer. Así que no era una opción el no ayudarlo.
Una vez en la cama y dormido, estuve
velándole el sueño a Justin. Acariciaba su pelo mientras lo miraba
detenidamente. Era tan bello. ¿Cómo diablos podía quererlo tan y tan fuerte?
Volvieron a aparecer las lágrimas y fue la necesidad de decirlo en voz alta lo
que me llevó a susurrarle unas palabras que anteriormente no había podido.
—
¿Lo sientes? Aún estoy aquí, siempre estaré para ti, te
lo prometí y aunque me alejes siempre estaré junto a ti. –más lágrimas- fue lo
que intentaron decirte mis ojos antes, pero que difícil es hablar así. –besé su
frente y al levantarme de la cama algo me lo impidió.
—
Lo sé y jamás dejaré que te vayas, yo también te lo
prometí.
Mi corazón iba a cien. Justin
volvió a tirar de mí e hizo que cayese de nuevo en la cama. Se incorporó y me
miró en la oscuridad. Limpió mis lágrimas y sonrió. Había echado tanto de menos
esa sonrisa, esa sonrisa que tantas veces me había levantado el ánimo y me
había hecho reír incontroladamente. Sonreí, sonreí de verdad. Y después de
tanto, nos volvimos a fundir en un tierno y dulce beso.
Había vuelto a ganar el corazón.
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Hola criaturitas, debéis tener unas
ganas de matarme increíbles, pero ya he vuelto, esto es oficial y el capítulo lo
demuestra. Como dije ya daré explicaciones con un video o algo, me han pasado
tantas cosas que fliparéis, pero bueno. He pensado en hacer un grupo de
Whatsapp para los que sigáis la novela y así poder hablar y manteneros más
informados de todo, ¿qué os parece? Comentad si os parece bien y también opinad
sobre el capítulo que quiero saber lo que os ha parecido, así que eso. Si veo
que queréis en la próxima entrada ya daré mi número o algo para hacerlo. No
creo que pueda escribir la semana que viene ya que está llena de exámenes y es
mi cumpleaños, jeje (el 31, en Halloween, olé por mis padres) y nada eso es
todo, os quiero y gracias por el apoyo. COMENTAAAAAAAAAAAAAAAAAAD.